Ubicado en el punto de gravedad de la ciudad antigua, en la Plaza de Arriba, el edificio, construido de nueva planta sobre un solar con sesgos y difíciles limitaciones, se ha integrado de manera muy estratégica con su histórico y armónico entorno urbano, de fuerte carácter levantino. De tal modo que ha sido preciso establecer un diálogo fluido, de ningún modo rupturista, con la espléndida fachada renacentista a la que se enfrenta directamente y que da acceso al Palacio del Concejo, hoy convertido en el museo arqueológico "Jerónimo Molina". Además la gran torre de la iglesia mayor de Santiago y su cúpula vigilan, aunque diagonalmente, hacia el nordeste, la nueva construcción pretendidamente monumental. No solo fachada, torre y cúpula determinaron la concepción del encaje urbano del edificio: el cupulín y la fachada de la ermita de San José, las casonas con aleros; las casitas recogidas, y, desde luego, hacia el noreste, el roquedal del Castillo y, su torreón, siempre al fondo, en simetría imperfecta con la torre de la iglesia.
Dos elementos esenciales ante los visitantes que presenta el nuevo edificio por su singularidad y efecto escenográfico son fachada y cúpula.
Su interior se divide en tres planos o plantas:
Dicho salón comprende toda la superficie de la planta baja, en ella se exponen todas las imágenes o grupos escultóricos de la Cofradía Jesús Nazareno con sus respectivos tronos procesionales. El trono de Ntro. Padre Jesús Nazareno, imagen titular de la Cofradía se encuentra ubicado en la zona central de la sala, bajo la cúpula, ya que este trono e imagen son figura protagonista de la temática del Museo consiguiendo también así, de manera intencionada, crear un impacto escénico sobre el visitante.
En esta sala de exposiciones se ubican en distintas vitrinas y expositores todas las piezas y objetos artísticos que conforman el ajuar procesional de la Cofradía Jesús Nazareno, (cruces, faroles, estandartes, túnicas, joyería, metalistería, etc.), además de otros de interés histórico y cultural. Una parte de esta sala está dedicada a la exposición de dos imágenes emblemáticas y de gran trascendencia histórica, Ntro. Padre Jesús Nazareno del Calvario, imagen restaurada por la Cofradía y Jesús Prendido, ambas esculturas procedentes del siglo XIX.
También está concebido en la misma planta, un salón para actos protocolarios, dotado de una singular y exquisita decoración, en la que se exponen pinturas de temática religiosa de gran valor histórico.
Está destinado entre otros para la realización de actividades didácticas y culturales, como exposiciones de fotografía, de escultura, u otras del mismo ámbito de carácter itinerante, además como archivo bibliográfico y documental a disposición del público en general y para la realización de proyecciones cinematográficas y documentales culturales. Realización de cursos, jornadas y ciclos de conferencias. Se pretende que este espacio sirva como taller didáctico para el conocimiento y la investigación cultural.
La fachada del edificio que alberga al Museo Jesús Nazareno, fiel ejemplo de arquitectura suntuaria, es sin duda su símbolo e imagen más representativa, su gran riqueza artística en cuanto a diseño y construcción, nos introduce ya de lleno en su temática, el "arte cofrade".
Es sin duda la fachada un elemento y reto de extremo riesgo, pues ha debido integrarse sobre todo en formas, color y volúmenes con las edificaciones contiguas y destacar del lugar donde se sitúa, en la céntrica Plaza de Arriba, una de las zonas más emblemáticas y simbólicas dentro del conjunto histórico y artístico de Jumilla.
Transmite en la plaza armonía natural, pero también la dignidad y la prestancia de su función, paralela a lo cotidiano. Por lo tanto, su alzado combina lo monumental sacro con el uso habitual de las actividades culturales propias de un museo y de sus necesidades organizativas, para ser accesible, también en su imagen exterior, a vecinos, ciudadanos y visitantes: funcionalidad y arte.
No mucho más elevada que las casas y edificios destacados de la plaza, la fachada, está estructurada con ritmos y registros ternarios: tres plantas, tres balcones y tres entes en su coronamiento, en el registro horizontal. En el vertical, la estructura también se desarrolla en tríptico: el tablero central se jerarquiza de tal forma que sigue de manera contundente las alas laterales. En el plano inferior, la gran puerta, con un singularísimo marco estriado de piedra recorrido por vitolas con ovas de mármol rojo.
A ambos lados, enmarcados por pilastras cajeadas jónicas con fondo de mármol rojo, se exponen, sendas cartelas de mármol negro con los instrumentos de la Pasión grabados en oro (Columna y azotes e "INRI" respectivamente); una pareja de placas de mármol verdoso enmarcado con la inscripción fundacional. Cerrando todo el cuerpo un cornisamento quebrado que da base a los balcones: El balcon central se proyecta sobre la puerta de manera rotunda, enmarcado su acceso por columnas adosadas torsas de piedra, decoradas con flores. La cobija con un frontón triangular, cuyo tímpano también es una placa de mármol rojo con estrella de cerámica, rematado por pareja de jarrones.
Los balcones laterales, bastante más estrechos que el principal, se enmarcan en pilastras cajeadas sin capitel, con fondo de mármol rojo de cuyo remate cuelga sarta de flores con lazada. Sostienen frontón curvo de arco relajado, con tímpano marmóreo liso y acroteras de jarroncillos. Todo este cuerpo central está cerrado a derecha e izquierda por pilastras cajeadas con fondo de mármol rojo y capiteles corintios (como los de las columnas torsas del balcón central). Placas de mármol rojo recortadas cuelgan de sus capiteles, y en el centro de su fuste, se abren idénticas estrellas de cerámica que en los jónicos del cuerpo inferior.
El cuerpo superior, "el coronamiento", es la parte del edificio de mayor impacto y singularidad, recortando sobre el cielo, integra la atmósfera cambiante a su visión y participa de su ingrávida fluidez a través del siluetado de su diseño, concebido, siguiendo el ritmo ternario de todo el alzado, en tres entes: sobre-cornisamiento corrido , el ente central participa de la jerarquización enfática de balcón y pórtico, pues un frontón rematado en cruz transparente de forja y angelitos niños volanderos tenantes, con acroteras de jarrones con sendos ramos de lirios de metal dorado y policromado, cobija en su tímpano el escudo cerámico de la Cofradía; se apoya en fuerte cornisa sobre pilastras cajeadas con fondo de mármol rojo y lengüeta de piedra, para servir de gran marco y cobijo a la placa con la inscripción en capital romana de bronce "JESVS NAZARENO" que da sentido a su estructura. Pero el hallazgo del remate son los ángeles de tamaño natural que custodian a ambos lados el edificio y, coronados por estrellas de bronce dorado, sostienen sendas banderas de hierro, que agitan al viento su silueta naturalista presentando los anagramas de Jesús y María pintados por la atmósfera. Se elevan sobre sus peanas triples, pues se apoyan en una central con colgadura mixtilínea de mármol rojo con estrellas de bronce, mientras a ambos lados de sus elegantísimas figuras, blancas como el marfil e irisadas de luz por sus oros, les acompañan sendos jarrones de mármol, colocados en sus peanas de rosca de tornapuntas.
Al desembocar en la plaza por cualquiera de sus estrechas calles, cuatro en total, la fachada y la cúpula (ésta última solo apreciada a cierta distancia diagonal), el efecto escenográfico de su conjunto anticipan el espectáculo de su colección interior, y, desde luego, sugerirán siempre el soberbio espectáculo de las procesiones en Semana Santa.
La cúpula, cabeza sur del alzado, ha sido concebida con la gracia levantina y la frescura y delicadeza armónica, del barroco dieciochesco de la región, por lo que se levanta sobre un tambor octogonal con ventanales rectangulares en cada una de sus caras, cerrado en su altura por una cornisa de perfiles mixtilíneos. Para suavizar las aristas del tambor, se le adosan sendos machones de ladrillo de adobe, los cuales, a la altura de la cornisa, y del mismo color de esta (blanco), presentan una decoración en cabezas atlantes de querubines enmarcados por sinuosas formas vegetales, preludio de la rica decoración interior que albergan. Y se cierra en semiesfera azul, ligeramente acampanada, de tejas vidriadas, surcada por los nervios blancos cerámicos que van a anudarse en la peana de la veleta de forja.
La visión interior de la cúpula de gran belleza artística, traspasa los dos planos superiores del edificio, en un juego de transparencias pensadas para transmitir una emoción estética muy directa: apoyada en un friso de riqueza rococó, estructurada en delicados nervios de piedra fingida que confluyen en su vértice, la cúpula desarrolla en su interior el torrente luminoso de sus ocho gajos dorados, con suntuosos y livianos ramos de grises plateados sobre el oro, volutas, hojarasca, cabujones, ordenados radialmente, con sus estrellas de cerámica plateada, sus ventanales, con el anagrama azul, ornamentados de sartas frutales, espejuelos fingidos en la altura, y los ángeles sentados en las fuertes ménsulas de apoyo, que gloriosamente presentan revoloteando cornucopias con el lema "AMOR", repetido insistentemente.